¡Estoy hastiado de mi vida!
Voy a dar curso libre a mis quejas,
a hablar con la amargura de mi alma.
Quiero decir a Dios: ¡No me condenes,
dame a entender por qué te querellas contra mi!
¿Es decoroso para ti
hacer violencia, desdeñar
la obra de tus manos
y complacerte en los consejos de los malvados?
¿Tienes tú acaso ojos de carne
y miras como mira el hombre?
¿Son tus días los de un mortal,
son tus años los de un hombre
para que tengas que inquirir mi culpa
y andar rebuscando mi pecado,
cuando sabes que no soy culpable
y nadie puede librarme de tus manos?
(Job, 10:1-7)
Ya sabes que tengo el blog pero aún no he colgado nada, ahora mismo estaba en ello y me he pasado por aquí.
ResponderEliminarPrecioso. Lo había leído hace años y no volví a encontrarlo y ahora lo veo aquí. Uno de los fragmentos que más me gustan.
Es precioso, vuelvo a decirlo.