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"¿Que podía desear en ese instante, si no el desprivilegiado derecho compasivo de ambicionar tus dulces lágrimas sobre mis hombros, arraigados a la palma de tu mano?
Mis carnes se han descompuesto, y bajo este firmamento estrellado observo, y hallo, y solamente sé que te anhelo, pues solo podré percibir la belleza en lo herido y meditabundo, en los zarzales de la demencia y lo imprudente...
¡Ah, locura desatada! ¡No, calumnia despechada!
¡No es anhelo lo que yo siento!"
¡Ah, locura desatada! ¡No, calumnia despechada!
¡No es anhelo lo que yo siento!"
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Angeline C. H.